lunes, 1 de julio de 2013

 LA MEDICINA TRADICIONAL DE CATAMARCA (1)


Recientemente se realizó el Noveno Congreso Internacional de Mayistas en México donde se habló de la medicina tradicional y del peligro de perder este conocimiento por diversas razones: falta de conservación de lo que se conoce y de recopilación sobre el terreno de lo que no se sabe; falta de recursos y apoyos gubernamentales; prejuicios de base religiosa, que ven al chamán como
Chañar
 un brujo encarnación del demonio, especialmente en esos grupos que se identifican como "evangélicos"; falta de voluntad de los jóvenes por conocer el pasado, seguramente arrastrados por los espejismos de la modernidad; falta de confianza de la comunidad ante la proliferación de charlatanes que se hacen pasar como de descendencia indígena y mal recetan las plantas.
Del otro lado están aquéllos que se auto limitan en la aplicación de su conocimiento, como los arqueólogos y folcloristas: los primeros explorando
estáticamente el pasado como una cosa muerta; los segundos no yendo más allá de lo musical. Como se dijo en ese Congreso, los únicos beneficiarios de esta negligencia hacia los conocimientos herbolarios del pasado son los grandes laboratorios farmacéuticos, que sí saben aprovechar esos conocimientos de miles de años, apropiándose de la información básica y patentando sus
Chaguar
descubrimientos. Así, hoy la gente compra en pastillas lo que las mismas plantas y la naturaleza les proporciiona en sus cerros y valles. Obviamente, no postulamos aquí el descarte de la medicina moderna enseñada en las universidades y sus remedios, pero hay que tener en cuenta también que la medicina se ha transformado en un negocio, donde la necesidad de hacer lucrativo el negocio ha llevado a un abuso en la prescripción de fármacos. Ante esta situación, nada mejor que refugiarse en los conocimientos de la abuela, que aún sirven para las indisposiciones comunes.

Samuel Lafone Quevedo
En relación a este tema, desde aquí postulamos que el pasado debe ser estudiado en forma integral y que su conocimiento debe ser dinámico como para conectarlo al presente. Por eso hoy dedicamos unas lineas a hablar de la medicina tradicional y las propiedades de las hierbas y plantas en general. Para ello recurrimos nada menos que a don Samuel Lafone Quevedo, aquel uruguayo que adoptando a Catamarca como su patria chica, llamó a su querencia Pilciao y se dedicó a varias cosas que redundaron en beneficio de esta tierra, entre ellas la minería, la lingüística y estos conocimientos legados por la Pachamama a sus hijos. Aquí reproducimos lo que publicó sobre las propiedades curativas de las plantas en su libro Memoria Descriptiva de la Provincia de Catamarca-1881- publicado por la universidad Nacional de Catamarca, con un brillante prólogo del Profesor Armando Raúl Bazán.

El Quimpi, planta común en las viñas y rastrojos de Andalglá. Se decoción es usada en irritación de almorranas, y la yerba fresca para consolidar los dientes frotando con ellas las encías.

El Atamisqui, común en los campos de Catamarca. Sus hojas son caústicas y empleadas para expeler gusanos de heridas.

La enredadera "Cabello de Angel" o Loconte. Sus hojas son usadas como las anteriores.

La Sacha-uva, un arbusto de las serranías del oeste. Sus raíces amarillas son ricas en berberina que es un pigmento a la vez de remedio contra la dispepsia (digestión lenta) .

 El Cardo-santo, una maleza de nuestros rastrojos, que es usado como narcótico a la manera del ópio.

Malva
El Quillay, un arbusto sin hojas, que ocurre en el departamento de Belén y Tinogasta y que contiene una glicosida, la saponina, que ha recibido una aplicación terapeútica. La saponina produce una espuma como el jabón, que se usa para lavar lana de oveja y vicuña.

El Paico, que se encuentra en todas partes y es usado contra las lombrices intestinales.

La Quenoa en lo alto de los cerros, el jume y el cachiyuyo en las salinas, cuyas cenizas son ricas en soda.

La Malva, que se usa como emoliente (relajante que afloja los tejidos).

(La seguimos en la próxima)


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